Andrés Orjuela, Archivo Muerto, PUNTO DE FUGA, 2023

Archivo Muerto, es un libro anillado publicado a modo de carpeta en donde se reúnen las imágenes de la serie con el mismo título. En este trabajo, Andrés Orjuela retoma imágenes del archivo del periódico sensacionalista El Espacio, que estuvo activo entre 1965 y 2013. En él se presentaban todas las noticias de los crímenes, torturas, asesinatos y demás tragedias de la guerra en Colombia con un tono escandaloso y sensasionalista. El archivo fue tirado a la basura  en 2012 por la venta del edificio donde existía el diario. Un marchante de anticuarios y librerías bogotano pudo seleccionar entre las imágenes recuperadas por un reciclador que se lo vendió. PUNTO DE FUGA se acercó a Andrés Orjuela para conocer el trasfondo del proyecto y hacer un repaso de las intervenciones que hizo sobre las imágenes, el paso por el trabajo editorial y la finalización de este proyecto en la forma de un libro.

P.D.F.: Andrés, tu trabajo con los archivos de prensa es muy interesante. Archivo muerto hace parte de ese interés que tienes por “señalar, desplazar o interrumpir las estructuras de poder que regulan y administran la circulación y consumo de las imágenes de la violencia” como tú mismo lo dices. Quisiera saber qué te llevó al Archivo Muerto y cómo empezaste a trabajar en él. ¿Cuáles fueron los primeros pasos en este proyecto?

A.O.: Al terminar mi maestría en la UNAM  había pasado unos años concentrado en el estudio de la nota roja mexicana, mi tesis presentaba un análisis  de “La narco violencia en México y su difusión mediática” donde el crimen organizado había usado el cuerpo del otro como una bomba semiótica siendo la decapitación un sello particular durante el sexenio de Felipe Calderón, esto me llevo a explorar imágenes con un alto contenido violento. Sin embargo, mi obra siempre había buscado no caer en la espectacularización, al contrario busque siempre desde lo íntimo, trabajar creando obras que cuestionaran dicho consumo sin caer en el reproche.   

El diciembre de 2012 me encontraba en Bogotá imprimiendo unas fotografías cuando al saber de mi interés por la nota roja, mi impresor me contó del destino del archivo de El Espacio, claramente un referente colombiano de mi trabajo en México, pude contactarme con la persona que se había hecho con el archivo y que lo había estado vendiendo. Quería poder conocer más de la historia y porque no, tener la suerte de tener alguna foto de este diario, como quien atesora una parte de la historia de tu interés como investigador.

Fue un encuentro afortunado ya que al parecer todo el archivo había sido recientemente adquirido por el Archive of Modern Conflict, el vendedor había conservado algunas copias para sí mismo, y pude ver su selección, luego de una amable conversación, me regalo una de esas fotografías. Un traficante de marihuana en los años 60, expuesto frente a un tablero de escuela, fue mi primera fotografía. Y me acompaño en mi taller en México por unos meses hasta que surgió la invitación a participar con la galería con la que trabajaba en ese momento para ARTBO 2013, y decidí pensar una obra con dicha fotografía.

Estudie la fotografía, su respaldo, su información, a partir de la fecha busque en la hemeroteca más información, encontré la noticia, de allí el número de cédula de Juan de Jesús Cifuentes Bautista, con el cual hasta sus antecedentes pude rastrear en la base de datos de la policía. Es en este punto que siento que una sola imagen no es suficiente y contacto al vendedor del archivo y logro obtener dos carpetas llenas de fotografías, al ser las ultimas que quedaban en Colombia las adquirí a ojo cerrado, es allí donde empieza el proyecto realmente.

Una vez con el archivo realice una selección, dejando a un lado algunas fotografías que no han sido de importancia para mí ya sea por el tema o por la calidad de la imagen. Es en este punto cuando decido la intervención del mismo a la manera de un álbum familiar de principios del siglo pasado coloreando las fotografías y dando una nueva vida a estas imágenes.

P.D.F.: El periódico el Siglo es sensacionalista, su mirada sobre la violencia busca generar emociones fuerte y existe incluso un lenguaje propio a este tipo de periódicos que buscan escandalizar a quien los mira. Es como si hubiera en las fotografías algo de grotesco. ¿Cómo hiciste la primera selección de imágenes para trabajar en ellas? ¿Qué fue lo que guió esa selección?

A.O.: La selección para Archivo Muerto se centró en ver más allá del sensacionalismo, son fotografías con una composición y una actitud particular de los personajes o que me permiten contar una historia más allá de la imagen, imágenes atemporales, imágenes que pueden pasar hoy de nuevo en Colombia o en otro país del mundo. Descarte las imágenes grotescas, a pesar que en el archivo amplio hay de ese tipo. 

P.D.F.: El artista interviene sobre el archivo sin temer a transformar completamente el principio por el cual fue creado. La fotografía no mantiene un carácter sagrado sino que por el contrario es materia para establecer nuevos significados y nuevas narrativas. ¿Qué decidiste contar o qué buscabas decir al intervenir estas imágenes?

A.O.: Justo como lo mencione anteriormente el trabajo me abrió la posibilidad de a partir de una fotografía encontrada poder entablar una dialogo con la imagen o imágenes en el caso de los dípticos y trípticos, con la elección de ampliar estas y posteriormente intervenirlas con color; poder hacer uso del poder conceptual del color, podemos encontrar interrogatorios o presentaciones de criminales en cárceles color rosa, o poner a los criminales un leve rubor en sus mejillas o por contraste la brutalidad de una captura con un azul tenue de fondo.

Busco crear esa extrañeza en la imagen que permite ver más allá de la impresión inicial. Con el color puedo reforzar o atenuar elementos según sea mi intención, cada fotografía tiene un tratamiento particular.

P.D.F.: Háblanos más en detalle de tu intervención. ¿Qué técnicas utilizaste para hacer archivo muerto?

A.O.: Concebí el proyecto como un álbum familiar, de aquellos que nuestros abuelos atesoran en el armario y solo en contadas ocasiones sale a la luz, de allí la idea de iluminarlo como se realizaba anterior a la fotografía a color, con esa idea me di a la tarea de conseguir los pigmentos con los cuales se realizaba dicho tratamiento, Marshall’s photo oil colors, aun se consigue en mercados de materiales vintage, donde se pueden conseguir sets usados que conservan aun algunos tubos en buen estado.

Técnicamente se realiza un escaneo en alta resolución de cada fotografía, con calidad para ser impreso en su lado más chico a 110cm x (su proporción según el tamaño de la fotografía). En la digitalización  no se retoca o borra marca alguna, y se imprime a color la foto en blanco y negro de tal manera que las manchas originales salen en la copia ampliada, es dicha copia en papel de algodón la cual es intervenida con oleos.

P.D.F.: Piensas que el hecho de que este archivo haya sido tirado a la basura y recuperado por recicladores para darle una nueva vida no ha de alguna manera vuelto a poner de manifiesto la violencia de esas imágenes y lo teatrales que parecen cuando tú las pintas y haces reaparecer a todos estos personajes de la vida criminal, de la guerra y del crimen con una mirada cargada de humor. ¿Hay humor en estas intervenciones o me equivoco? ¿Qué tanto cinismo y qué tanta risa se puede tener frente a hechos tan trágicos cuando uno es artista?

A.O.: Humor como tal no, me tomo cada imagen con mucha seriedad, ya que toco temas muy delicados, como lo es el narcotráfico o el asesinato. Por ejemplo tanto en la obra como en el libro Gonzalo Rodríguez Gacha aparece boca abajo, no me interesa enaltecer el crimen, en el libro por ejemplo cada fotografía donde sale un criminal es atravesada por un agujero del anillado.

Existen toques particulares como el rubor en las mejillas de los criminales que es para denotar una vergüenza más allá del personaje, se convierten en reflejo de nuestra historia. Una historia que va desde la criminalización de la marihuana por EEUU a finales de los años 60, a oler y ver como hoy en Times Square en Nueva York  fumarla es legal, y nosotros abajo de la frontera matándonos con una política prohibitiva, en ese sentido si veo cierto cinismo en mi obra.

P.D.F.: Me gustaría que hablaras de la edición del libro. ¿Cómo surgió la idea de hacer un archivo impreso con Chaco?

A.O.: Verónica Fieiras de Chaco me contacto vía mail, y posteriormente visito mi taller con la intención, de proponerme un libro sobre mi obra, de allí empezamos a trabajar, creando dos libros: Muestrario y Archivo Muerto o cómo la memoria histórica de un país en torno a la violencia se tira a la basura.

P.D.F.: ¿Cuáles fueron los diálogos que tuviste con ellos y cómo se dio el proceso editorial de este trabajo?

A.O.: El proceso editorial y el dialogo si fue un poco particular. El trabajo se realizó a distancia ellos en España yo en México, pero creo lo más interesante fue que yo nunca había hecho un fotolibro, y ellos son especialistas en ello, mi experiencia era con libros de artista desde el campo de la gráfica en grabado de allí que desde mi experiencia y sensibilidad era vital cosas como el material de las pastas la experiencia del espectador, la verdad pensé el libro como una nueva obra, y bueno ellos tuvieron que lidiar con esos caprichos y/o decisiones de artista. Al venir del campo del arte contemporáneo y no de la fotografía con el tiempo he descubierto que son dos universos distintos y claramente para ellos trabajar con un artista fue diferente, creo las dos partes aprendimos mucho en el proceso de los dos libros.

P.D.F.: ¿Existe alguna narrativa detrás de la secuencia de imágenes, algo que debamos saber para leer de otra forma el archivo muerto?

A.O.:  No, precisamente la intensión del libro es compartir la experiencia que tuve al recibir el archivo desordenado, el libro de ninguna manera es un catálogo de obra, y el hecho que tenga argollas abiertas permite que despliegues las fotografías como desees, en cuanto al ritmo de las imágenes si lo deje a los editores.

Bueno, hay dos decisiones de mi parte en la secuencia, una ya la comente, poner a Gacha boca abajo es la única fotografía que tiene esa disposición, y terminar el libro con la fotografía de la fosa común, porque dicha imagen corresponde a uno de los lugares donde fueron llevados algunos de los desaparecidos del palacio de justicia.

P.D.F.: Hemos hablado mucho de la importancia de la materialidad del libro para reforzar el valor de las imágenes en su conjunto. ¿Puedes contarnos algo sobre la tapa, el anillado, la impresión, el papel y el tipo de colores que utilizaron para imprimirlo?

A.O.: Que buena pregunta, justo el color es un elemento primordial en mi trabajo,  y fue algo complejo al trabajar a distancia, entre las pruebas de idea y vuelta, el proceso fue tardado en lo que logramos calibrar que el libro reflejara la tonalidad de las obras, allí debo destacar el maravilloso trabajo del impresor que logro ajustar el color de todas las imágenes a mi gusto aun en la distancia para la edición final. Las tapas también tienes su historia no tan grata, las mandamos hacer en una imprenta tradicional aquí en México donde sus métodos siguen siendo artesanales de impresión, serigrafía, encolado, así como sus tiempos de entrega, que nos han hecho sufrir.

P.D.F.: Hay una relación macabra de la prensa con la muerte. Tú resaltas muy bien la violencia de cada imagen al intervenirla. Con Muestrarios hay otro tipo de intervención que me parece importante mencionar. Como lo describen en Art Nexus “te dedicaste durante un año a recortar las imágenes de sangre que aparecían impresas en la prensa mexicana, recortando en pequeños círculos la tinta roja de la sangre de cada muerto reseñado, para luego disponer estos recortes sobre plaquitas de vidrio, imitando las muestras de sangre de los laboratorios clínicos”. ¿Por qué esta labor casi forense con las imágenes? ¿Qué es lo que buscas re-significar aquí?

A.O.: El proyecto Muestrarios en si es extenso y complejo en lo que representa en mi obra, surgió como parte del resultado de mi tesis de maestría. Intentare responderte de forma breve. Existe algo con la nota roja y es la anestesia por acumulación de su consumo masivo, en México al día de hoy se siguen imprimiendo toneladas de diarios con imágenes grotescas diariamente. Y las víctimas de la violencia se convierten en cifras. En la obra Muestrarios para mí era importante tratar de presentar cada una de estas personas, proporcionar la mayor información posible, darle un nombre, un lugar, una causa, y tal vez al presentar esta especie de memorial, indagar en el consumidor de este tipo de publicaciones si desea ver 1011 personas muertas a lo largo de un año, como paso en 2012 año al cual corresponden las muestras del libro.

Los datos extraídos de la lectura de un año de nota roja, permiten a quien tiene el libro dar cuenta que lugares fueron los más peligrosos, como el rango de edad de las personas por muerte violenta va de los 25 a 30 años. La obra en si misma encierra multitud de lecturas pero siempre respetando la memoria de quienes perdieron la vida.

P.D.F.: ¿Existe la posibilidad de que publiques otro libro pronto?

A.O.:  Estaría interesante presentar un libro sobre mi ultimo proyecto UNDER THE MASK donde acudo a fotografías, posters de cine, collages, recortes y pinturas sobre la lucha libre mexicana, algunos monstruos y otras criaturas perversas. Desde allá planteo una lectura de las mascaras contemporáneas, los filtros de las redes sociales, los roles que asumimos o ocultamos y como nos relacionamos con estas nuevas dinámicas.



Prensa

  • Alexander Strecker, Archivo Muerto, Lens Culture, 2018

https://www.lensculture.com/articles/andres-orjuela-archivo-muerto

  • Rubén Ángel Arias, Imágenes bumerán, LUR, 2019

Web

https://www.andres-orjuela.com/proyectos


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Biografía

Andres Orjuela es un artista nacido en Bogotá, Colombia, en 1985. Se graduó como Maestro en Artes Plásticas y Visuales de la Universidad Nacional de Colombia donde obtuvo el Grado de Honor de la Universidad. Realizó la maestría en Artes Visuales de la Universidad Nacional Autónoma de México y el Doctorado en Arte y Diseño de la misma Universidad. Ha participado en exposiciones en Colombia, EEUU, México, Panamá, Cuba, Brasil, Perú, Argentina, Francia, España y Inglaterra.

En la obra del artista Andrés Orjuela, la apropiación directa opera como estrategia desde donde señalar, desplazar o interrumpir las estructuras de poder que regulan y administran la circulación y consumo de las imágenes de la violencia. A través de operaciones de clasificación y contraste de información e intervenciones donde las imágenes son veladas, obstruidas u opacadas en su productividad disciplinaria, Orjuela examina y apuesta a incidir crítica y políticamente en las complejas relaciones entre cultura de masas, modos de consumo, condiciones de espectacularidad de las imágenes y formas de subjetivación. Actualmente vive y trabaja en México, D.F.

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