Massao Mascaro, Jardin, Witty Kiwi & l’Éditeur du dimanche, 2019

“Un jardín es un espacio cerrado. Un jardín necesita un marco si se va a llamar jardín.
El jardín es el momento en que un lugar se convierte en paisaje.
El jardín, o un huerto, son el germen del asentamiento, el pueblo, la ciudad y la nación.
El jardín, podríamos decir, no es completamente natural ni completamente humano, y por tanto, se encuentra a la misma distancia entre el Hombre y Dios.
Los humanos somos creadores de jardines, así como somos contadores de historias.”
Massao Mascaro

Hay libros como Jardín que sorprenden por su narrativa. El lector pasa de una imagen a otra como si estuviera andando en busca de momentos de gran sutileza. A veces es La luz del día sobre la cara de un jóven que está recostado al borde de un sardinel la que llama la atención, pero otras veces es una bolsa que sale a volar. La contemplación de las fotografías de Massao Mascaro tiene eso de fascinante, uno puede ir y venir entre las imágenes en busca de esos pequeños gestos que ofrecen los parques y los jardines del mundo. PUNTO DE FUGA quiso conocer un poco más a fondo el pensamiento del fotógrafo para saber si detrás de esa genuina intuición con la que supo abordar el cotidiano se escondía alguna búsqueda existencial o poética que nos pudiera hacer ver este libro con otros ojos. Esto fue lo que respondió.

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Entrevista

P.D.F.: Massao, ha habido una renovación muy interesante en la fotografía en blanco y negro en la última década. Hemos visto a fotógrafos en Europa y América publicar libros que se renuevan con la tradición de maestros de fotografía más antiguos como Mark Steimetz. Pienso en Bryan Schutmaat, Matthew Genitempo, Renta Simond, Bérangère Fromont y Alan Richard Huck, entre otros. ¿Por qué elegiste usar este tipo de fotografía? ¿Sientes que estás renovando de alguna manera el lenguaje de la fotografía?

M.M.: Han pasado 10 años desde que hice imágenes en blanco y negro, con un primer trabajo titulado Ramo. Con la fotografía en blanco y negro encontré una herramienta de expresión con la que me gusta trabajar. Mi proceso de trabajo es lento. Involucra muchas etapas: fotografía, desarrollo, impresión, edición, modelo de libro y eso es algo que me gusta mucho. Especialmente porque implica un trabajo manual de mi parte. Ese trabajo está asociado a una investigación muy profunda sobre la luz. La práctica del blanco y negro me permitió más fácilmente concentrarme en la luz.

No hago una distinción específica entre los viejos maestros y los nuevos practicantes de imágenes en blanco y negro. Mi intención no es renovar un idioma, pero sí intento trabajar en uno que ya entienda, uno que sea el mío propio. El blanco y negro es una restricción, así como el formato de una cámara. Cuando trabajo haciendo fotografías sé que necesito estas restricciones para no perderme en mi investigación. El dominio del proceso de fabricación (formal y físico) de una imagen hace que haya cada vez menos errores, eso es algo que me entristece. Tan pronto como me siento cómodo con una técnica o un proceso, me pregunto cómo entablar un nuevo desequilibrio en esta producción. Afortunadamente, este desequilibrio a menudo ocurre en el contenido de las imágenes. Todavía estoy muy a menudo sorprendido por las imágenes que revelo.

P.D.F.: El libro Jardín publicado por Witty Kiwi y L’Éditeur du dimanche es un objeto muy suave y delicado hecho con imágenes de la vida cotidiana. ¿Por qué decidiste llamar a esta serie Jardín?

M.M.: Después de trabajar en Ramo, estaba cansado de tener que hacer movimientos físicos laboriosos para producir imágenes con una cámara en gran formato. Quería comenzar a cuestionar el poder narrativo de las imágenes puestas en secuencia con una producción diaria de imágenes.

Ramo fue un trabajo alegórico de la historia de mi familia. Mi objetivo era responder la pregunta «¿De dónde vengo?». Mi abuela me contó la historia de cómo ella y mi abuelo salieron de Calabria en los años 60, abandonando la región del sur de Italia de donde son originarios para llegar finalmente a Lens en el Nord Pas de Calais, en Francia. «Ramo» significa rama en italiano, es la parte más frágil del cuerpo del árbol. Con ese título hago referencia al árbol genealógico, un árbol visto desde el punto de vista de esta rama que represento. Es una mirada que gira conceptualmente hacia adentro, hacia mi propia historia, mientras observa el mundo exterior, Calabria, o más precisamente las proximidades de Pianopoli, sus paisajes y su naturaleza caótica.

Realmente me inspiré mucho en esos largos paseos por los campos de olivos mientras trabajaba en Ramo. Creo ingenuamente, haber descubierto los beneficios de caminar en el campo, lejos de la ciudad, del mundanal ruido. Eso es algo que favoreció mi introspección. Por supuesto, la naturaleza es un elemento que ha contribuido a este desarrollo. Un apasionado amigo de la jardinería me aconsejó que leyera el siguiente libro: Jardines, Reflexiones sobre la condición humana de Robert Harisson. En este mismo momento, iba a vivir en Madrid durante un año para obtener una maestría en Blankpaper junto a mi amigo Federico (Clavarino).

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En Madrid produje muchas imágenes. Trabajé durante un año con un protocolo simple que me había impuesto: formato vertical de 35 mm, 5 películas por semana y una ruta precisa, una caminata de un punto A, a un punto B. Este protocolo fue un marco que me permitió mantenerme al día con las citas de la escuela. El jardín, es el campo de trabajo. Es lo que nunca vemos pero que construimos al ir leyendo la secuencia del libro. El jardín responde a varias definiciones, las que conservé en sustancia son: un espacio cerrado (la forma), un paraíso (el fondo) y una intervención humana en la naturaleza (la acción).

Hay muchas conexiones entre jardines y literatura: historias, relatos mitológicos, poesía sobre esta idea del jardín. Es precisamente de esta relación naturaleza / literatura de la que habla este libro de Robert Harisson, una obra que se ha convertido en mi guía por algunos años. En el libro Harisson dice lo siguiente: «un jardín, como una historia, crece en su propia parcela (…) los jardines combinan vida y forma».

Leyendo este libro empecé a buscar la forma de construir un jardín de imágenes (no imágenes de jardines). Ésta se ha convertido en mi intención. Quería encarnar esta actividad del jardinero, generando imágenes y combinándolas para crear una historia, un paseo. Por mucho tiempo trabajé con el siguiente título provisional «Atarxia», que significa «ausencia de problemas o tranquilidad del ser», porque para mí esta noción expresaba el estado en que me encontraba cuando caminaba para hacer imágenes. Luego, el título Jardín ha sido impuesto por su simplicidad y sus numerosas resonancias con la literatura del Jardín del Edén o inclusive al famoso «debemos cultivar nuestro jardín» de Voltaire.

P.D.F.:  Cuéntanos un poco sobre el diálogo con el diseñador Björn Schmidt para el proceso de creación del libro. ¿Cómo se du ese diálogo y qué surgió del intercambio de ideas para el libro?

Björn es ante todo un amigo y un excelente diseñador gráfico. Para un primer libro, necesitaba trabajar con personas cercanas a mí. Ya había colaborado con Björn en 2015 con cuando participamos en el Collectif La Grotte, el colectivo del que hacía parte. Cuando le pregunté si le gustaría trabajar conmigo en este libro, le di una secuencia bien definida de imágenes (que no se ha movido mucho desde entonces) y referencias a libros inspirados en su diseño o en su formato en general. Björn era libre de sugerir cualquier idea que le pareciera buena. Trabajamos en Kiel, donde vive, durante una semana juntos y luego el resto se realiza en viajes de ida y vuelta por Skype.

Después de nuestra sesión de trabajo en Kiel, teníamos una idea muy fija del objeto que queríamos producir. Björn no es solo un diseñador, también es alguien que trabaja con conceptos. Conceptualiza una idea que luego diseñará. Un ejemplo de sus cualidades es el siguiente: quería transmitir en el libro la idea de caminar, caminar sin propósito, recrear ese ambiente del ensueño urbano. Me sugirió crear un algoritmo (lenguaje codificado) que haría que la ubicación de las imágenes en la página sea decidida por la computadora. Esto crearía un movimiento aleatorio sobre las páginas, el mismo movimiento que tuve durante la realización de las imágenes. Esta es la razón por la cual ninguna de las imágenes tiene la misma ubicación en el libro.

La cubierta de policloruro de vinilo (pvc) vino como resultado de nuestra discusión sobre el: «¿Qué es un jardín? Buscando una respuesta evocamos la idea de que un jardín es también una proyección, es un orden humano y una transformación dada a la naturaleza. Pero cuando contemplamos una flor tenemos la impresión de estar frente a una belleza que existe o está por fuera de la voluntad humana. La transparencia de este pvc crea una distancia táctil con el papel, y el rectángulo verde que está impreso en él puede, dependiendo de la luz, crear una sombra proyectada sobre ese color que reenvía a lo natural. Finalmente, me gusta la simple idea de que, si quitas esta cubierta de polvo, el libro es un jardín de imágenes, sin título y sin autor.

P.D.F.: ¿Por qué decidiste hacer un libro de este proyecto? ¿Qué papel tuvieron Witty Kiwi & L’Editeur du dimanche en ese proceso de edición?

M.M.: El jardín está fuertemente relacionado con la literatura a través de muchos textos, mitos e historias. Trabajé en la fabricación de imágenes pensando desde el inicio en la forma de un libro. Debo tener unos diez modelos muy diferentes que aparecieron durante todo el proceso.

El libro tuvo una forma final esperada, incluso si, finalmente, este trabajo fuera presentado por primera vez en forma de exposición, para concursar en el Prix Bozar 2017. En junio de 2016, al finalizar el máster en el Blankpaper, tenía un modelo bien definido de este proyecto y comencé a buscar editores. Fue muy largo, muchas personas mostraron entusiasmo y al mismo tiempo nadie me dijo «hagamos todo». Entonces la modelo llegó a manos de Tommaso Parrillo, quien me ofreció trabajar juntos. Rápidamente entendimos que necesitaríamos uno o más coeditores porque la producción era costosa. Así conocimos a Frédérique Destribats, quien se convirtió en la coeditora del proyecto. Yurian Quintanas, Salvi Danes, i Martí Gasull de Socarrel Edicions, participaron como tercer coeditor al inicio pero finalmente quedamos dos coeditores.

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P.D.F.: En un pequeño texto adjunto a la presentación del libro, mencionas la idea de crear un paisaje a través de la fotografía. ¿Es este un trabajo sobre paisajes íntimos? ¿Puede haber un lugar o un territorio entre la mente y la existencia donde la fotografía captura la esencia de su contacto personal con los demás?

M.M .: Al hacer jardín pensaba más en un paisaje mental que en un paisaje íntimo. Hace poco volví a leer una de las pocas entrevistas que dio Walker Evans a lo largo de su vida. La hizo con Leslie George Katz. Evans es muy claro en su forma de expresarse y aprecio que él defina su trabajo como algo que trasciende la fotografía. Eso lo dijo citando a Atget. En la entrevista agregaba la idea de que la esencia de una imagen viene como resultado de la conjunción de una inspiración mental (una intuición) y el gesto de una máquina.

Pienso también para completar estos pensamientos, que las historias tienen mucho poder en nuestro imaginario y nuestra forma de actuar. Las historias de los jardines también configuran un panorama mental: transfiguran la realidad manteniéndola en apariencia intacta. (R. Harrisson) Añadiría que éste también es el poder mágico de las imágenes y, por lo tanto, de la fotografía.

Para volver al tema del paisaje, estos fragmentos en secuencia forman una historia con un principio y un final. Esta historia, tal como la construí, es un paisaje, un gran fresco con sus propias intrigas y tensiones. Entramos en este paisaje mediante una imagen clave, que define la relación con el jardín: una sombra proyectada de una construcción humana sobre la naturaleza. Luego terminamos la lectura en una mirada directa al espectador, ¿el retrato de Jade o Eva? (que se repite dos veces). Esta fotografía es la que ofrece una mirada directa hacia ese mundo del jardín. Nos mira y nos invita de inmediato, cuestiona y cierra el paisaje.

P.D.F.: ¿Podría compartir algunas anécdotas detrás de las imágenes? ¿quiénes son estas personas retratadas y dónde se hacen estas imágenes?

M.M.: Hay pocas anécdotas porque siempre estaba haciendo fotografías. Pero sí recuerdo que me impactó la luz de Madrid, era mágica, tenía una intensidad y un brillo que no se me olvidarán. Desde entonces no he podido producir tantas fotografías. Soy muy sensible a la luz. En Bélgica es muy escasa. Además, el trabajo de jardinería acababa de terminar y ya me estoy embarcando en otro trabajo en el Mediterráneo. Como ves, siempre ando en busca de luz.

P.D.F.: La mayoría de estas imágenes describen acciones, crean escenas poéticas y ficticias. El significado de las imágenes es bastante enigmático al final. ¿Querías hacer retratos que no pudieran ser situados en un espacio y un tiempo específicos?

M.M.: Diría que estas imágenes son registros del cotidiano. Veo estas fotografías como retratos delicados, pero también cargados de tensión. Hay ciertas imágenes que funcionan como señuelos. Por ejemplo, la imagen de las dos manos de las mujeres jóvenes, la imagen de la bolsa de plástico o la de una estaca que sale de una roca. En estas imágenes, la sombra funciona como un señuelo y trae pequeñas notas de duda mágica. Si te fijas, la estaca tiene dos sombras y la sombra de la bolsa parece estar más presente que la bolsa misma. Son estas tensiones que generan la luz y la sombra las que me interesan. La construcción de una secuencia de imágenes es el momento en que se juega todo. De todos estos paseos, recreé uno. El jardín es como un pequeño poema, el ojo camina al ritmo de una luz deslumbrante.

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P.D.F.: ¿Has dicho que tu libro se presenta como una deambulación? ¿Hay algo en el libro a parte de la secuencia que le pueda dar sentido a lo que expresas en momentos tan diferentes?

M.M.: El libro es realmente un paseo, un pequeño viaje que se hace página por página. Hay un ritmo en el libro, tres movimientos separados por tres repeticiones. Una estructura visible pero discreta (como la estructura de un poema). El libro es como un pequeño poema de imágenes.

P.D.F.: ¿Cuáles son las películas, fotografías o libros que más recientemente te han influenciado? Y por que

M.M.: Por el momento, estoy leyendo los textos que Lewis Baltz escribió sobre fotografía, están muy bien escritos.

Web.
http://massaomascaro.com/index.html

Libro.
Massao Mascaro, Jardin, Witty Kiwi y L’éditeur du dimanche, 2019
https://wittykiwi.com/Jardin-Massao-Mascaro

Biografía

Massao Mascaro es un fotógrafo francés nacido en Lille en 1990. Vive y trabaja en Bruselas. Estudió fotografía en la ESA / Le Septante Cinq en Bruselas entre 2010-2013 y luego obtuvo un master en la prestigiosa Blank Paper Escuela en Madrid en 2016.

Su trabajo siempre busca un delicado equilibrio entre autobiografía, topografía y política. En la serie Ramo retrata la zona de Calabria, sus paisajes, sus habitantes, el cotidiano en esa región, mientras que la serie Jardín se acerca al espacio mítico del jardín en las calles y alrededor de los parques de Madrid. Su nuevo proyecto What a Big River, se centra en las costas mediterráneas, cuna de muchas civilizaciones, utilizando el viaje de Ulises como guía. El alcance de su trabajo es profundamente político, ya que se basa en la necesidad de explorar cómo los humanos se relacionan con los espacios (tanto culturales como geográficos) en los que habitan.

En 2016, Massao Mascaro recibió el premio Bozar Monography Award con Jardín. En 2017, fue nominado y formó parte del TIFF por el Antwerpen Foto Museum. El trabajo de Massao es parte de la prestigiosa colección de la Fundación A Stichting.

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