El libro Héroes del brillo de Federico Estol, fue ganador del premio internacional FELIFA como mejor proyecto editorial del 2018 en Buenos Aires, Argentina y el proyecto fue nominado al prestigioso Prix Pictet 2019. Es un libro de un formato sorprendente porque reúne una serie de imágenes de cómics a fotografías de grupos de encapuchados recorriendo la ciudad con espejos de luz en las manos para crear un efecto de encandilamiento en los ojos. Como lo explica el autor, se trata de una tribu urbana que se dedica a una labor considerada como degradante por la comunidad. “Usan los pasamontañas, porque no quieren ser reconocidos. Ellos enfrentan la discriminación usando estas máscaras. Las personas de su entorno no saben que se dedican a esta tarea. Ni en el barrio, ni en la escuela. Incluso lo ocultan a sus propias familias.” PUNTO DE FUGA quiso saber a qué se dedicaban las personas de esa tribu y porqué llamaron tanto la atención del fotógrafo uruguayo.
Entrevista
P.D.F.:¿Cómo te encontraste con esta peculiar tribu urbana boliviana, en qué ciudad la viste y porqué decidiste fotografiarla?
F.E.: Supe de los lustrabotas en Bolivia que se cubrían la cara con pasamontañas para no ser discriminados por su entorno por mi cuñado que viajó a la paz y me contó su historia. Yo como venía de trabajar con la identidad y haciendo algo de trabajo social con arte, me interesé por este proyecto.
Estando allá en Bolivia, fue la primera vez que juntaba mi lado social con el fotográfico. Sus pasamontañas eran tan fuertes como símbolo que no podía sacar la concepción que tiene la gente sobre el peligro, la figura del malandro, del narcotraficante, con respecto a fotografiar estas personas. Era imposible acabar con este prejuicio a través de fotografías documentales. Tuve que echar mano a la ficción, pero una ficción que los lustrabotas desearan construir. No quise poner una imagen que es la que venden los medios sobre América Latina del malandro, el narco, el terrorista.
Con este trabajo empecé descubriendo el periódico de los lustrabotas Hormigón Armado que ellos mismos producen para tener más de qué vivir y pagar un seguro de salud gestionado por una organización social. Entonces pensé en hacer una serie de fotos para publicar un foto-libro con el mismo formato que su periódico callejero. Con escenas producidas por ellos mismos que les pudiera ayudar. Trabajé tres años en ese proyecto dándoles todas las fotos para ilustrar su diario mensual hasta llegar a nuestra obra final. Ellos tienen una panadería en la que hacen galletas, lustran botas, venden periódicos, hay toda una economía detrás de organización centrada en el periódico callejero que tiene 15 años de existencia.
En una de las imágenes que vi, hechas por ellos en un retoque digital casero, aparecía uno de ellos con una capa. Durante una serie de talleres de los sábados que ellos organizan como encuentro, empezamos a hacer unos guiones para trabajar en el tema. Con este proyecto no quería hacer un proyecto documental puramente pero tampoco quería hacer la típica foto de ONG para mostrar este colectivo, mostrar un tipo de pobreza –que eso también es en un estereotipo- y provocar conmoción.
P.D.F.: Dices también que el libro está “inspirado en el cómic periodístico de Joe Sacco and Art Spiegelman”. Explicas también el proceso editorial: “realizamos unos talleres de dibujo y construimos juntos un storyboard. La narrativa que entre todos decidimos fue la de mostrar siempre la acción heroica de estos personajes e ir a los barrios de El Alto donde está la famosa arquitectura andina para crear una ciudad fantástica e irreal. Ellos son los actores y los creativos de cada escena, resultando en un proyecto participativo con el sujeto fotográfico”. ¿Qué ciudad es esa?
F.E.: Reunimos mucha información. Al final resultó una ficción sobre una ciudad llama Brillolandia. Pensamos qué héroes y qué villanos podría tener asociado a súper poderes y escenarios. Luego tratamos de recrear eso con ellos las fotografías viajando con una combi a distintos lugares donde actuaban, nos divertíamos y pasábamos un buen momento.
P.D.F.: Este proyecto tuyo tiene un aspecto luminoso interesante. Sobre las fotografías se ve el reflejo enceguecedor de una pequeña luz. Esa luz parece como un medio de comunicación fascinante. ¿Es algo que ellos inventaron o surgió de una colaboración contigo?
F.E.: En esas sesiones de fotografía propuse que tuvieran súper poderes usando flash dentro de las mangas de sus chaquetas. Ellos querían usar un láser, pero era muy difícil. Todo fue hecho con lo que teníamos al alcance, de forma muy casera. Usamos flash con células inalámbricas y espejitos. Se hacían estas sesiones una vez por semana. El uso de la luz era para que las fotos no mostraran el zapato sucio, la tinta en los dedos para que la gente no los asociara como victimas, malandros o negativamente. También usaban trajes que la gente dejaba como en donación en la organización Hormigón Armado. Entre los efectos también quisimos introducir el humo para el villano con bengalas en los brazos.
Estando en Uruguay, viajé durante tres años hasta tener el proyecto que fue una co-producción entre El Ministerio Ediciones (que es una editorial de Uruguay quien estuvo a cargo del diseño) y Hormigón Armado (el periódico de los lustrabotas imprimió el libro en La Paz). Eran 6000 ejemplares que vendieron 60 lustrabotas por medio de la distribución callejera directa y con un contenido realizado por ellos, narrando una historia para que no los discriminen con un precio equivalente a 5 lustradas de zapatos, facilitando el diario vivir del grupo.
P.D.F.: Otro elemento interesante del proceso editorial es que hubieras decidido imprimir el libro con la ONG y dárselo a los lustrabotas en la calle para que lo vendan. Las ganancias son enteramente son todas de ellos. ¿Esta forma de edición y de distribución hace del libro una herramienta política?
F.E.: Sin duda es un panfleto político y un acto de resistencia, hacerlo como una propaganda dirigida a cambiar un problema social determinado en un territorio concreto. Elaborada por el colectivo con arte participativo y para distribuir en la calle con un discurso concreto, el objetivo de cambiar valores negativos atrayendo la atención del otro a una historia que genere empatía entre los involucrados.
P.D.F.: ¿El foto-libro es un acto de resistencia?
F.E.: Este libro es una acción de activismo social directo a través del arte que crea un tiempo para la reflexión mutua en el colectivo involucrado y en el ciudadano programado en este caso para discriminar. Comunicar es la función poderosa del arte. Con estas cosas también el lustrabotas se puede permitir tener ese tiempo para pensar en su identidad saliendo de la vida diaria y trabajando positivamente su situación al considerarla un don y no un estigma.
P.D.F.: Cuentas en otra entrevista que este grupo urbano desarrolló una forma de representación o de juego en donde cada persona es un superhéroe. ¿Qué tipo de personajes se inventaban y qué relación tiene eso con la dura presión que ejerce la sociedad sobre ellos? ¿Es esa una forma de resistencia o es una forma de huir de la realidad?
F.E.: Si, conceptualmente los lustrabotas tienen muchos elementos asociados con el tema de los súper-héroes: esconden su identidad, hacen bien a la sociedad, tienen una guarida, tienen su villano –los persigue la policía porque trabajan de ilegales- y este paralelismo está bueno para crear una historia.
P.D.F.: ¿Cómo se construyó exactamente la narrativa de ese libro, hay un inicio, un desarrollo y un fin?
F.E.: La historia la construimos con el tiempo como te comentaba. El libro es latinoamericano, hecho con diseño uruguayo, papel chileno, producción boliviana.
P.D.F.: Hay un grupo de fotógrafos españolesque han publicado una serie de libros asociados con ese intenso reflejo de la luz ya sea por efecto de un flash demasiado potente o un sol demasiado intenso sobre las superficies de vidrio por motivos muy distintos. Pienso en Julián Barón con C.E.N.S.U.R.A, Oscar Monzón con Karma y Ricardo Cases con Sol. Para todos ellos es una forma de crear un lenguaje propio y transmitir una crítica sobre la sociedad moderna española en la que viven. ¿Qué significa para ti ese reflejo intenso de los vidrios y los pasamontañas sobre la cámara?
F.E.: No había pensado en estos fotógrafos como referencia. Creo que en Latinoamérica hay una rama de la fotografía que es distinta a la visión europea o norteamericana. Siempre influenciado por corrientes, pero buscando una vertiente propia que se distingue por estar en un territorio nuevo como es el continente sudamericano.
P.D.F.: Qué bueno saber que la influencia viene más de Latinoamérica o en todo caso que seas tan consciente de la existencia de formas de hacer fotografía que han ido surgiendo en Latinoamérica porque representan una realidad que no es europea, se adaptan a un territorio, a un contexto muy distinto, es algo que no había notado.
Yo me refería a los españoles que te mencioné porque pienso que, aunque sus obras son distintas, tienen un común denominador y es el poder de la luz, como un factor estridente, de crítica a la sociedad que retratan.
En tu caso, esa luz viene a romper con los estigmas, a cambiar radicalmente nuestra forma de ver a esa comunidad de trabajadores lustrabotas. No había visto antes un tipo de fotografía que no fuera ni documental, ni poético en donde la realidad se pareciera más a un teatro absurdo que a otra cosa. La luz es violenta y confronta la realidad, la señala con un gesto de irreverencia. En tu caso es un teatro que busca crear dignidad y cambiar la imagen que otros tienen de los personajes creados. En todo caso hay algo de vanguardia en esos fotógrafos que los une a ti. Hay un nuevo lenguaje en la fotografía que aborda temas sociales sin caer en las categorías que te mencioné.
F.E.: No me quedaba otra opción que usar la luz en esta obra. Saqué la primera foto del proyecto estando en mi cocina en La Paz y surgió la idea. Me estaba comiendo una tostada cuando recibí el reflejo del sol en los ojos. Venía de un edificio que estaba a lo lejos. Esa es una de las fotos importantes del proyecto. Siempre la primera y la última foto son las más difíciles. Cuando estaba sacando la foto dije, ésta va a ser la foto de arranque y hizo surgir el brillo como concepto estructurante.
P.D.F.: ¿Qué narra ese libro exactamente?
F.E.: En el libro los súper-héroes son personificados por muchas personas que trabajan en equipo, que viven en una ciudad para ayudarla a brillar. Por su acción social terminan siendo reconocidos, la gente termina festejando su acción en una escena que involucra 60 personas en el centro de La Paz. También una de las últimas fotos está hecha en el palacio presidencial con los soldados de Evo Morales. Esa es muy importante porque refleja la aceptación del poder boliviano hacia el lustrabotas. Ellos aparecen protegiendo al presidente. Y luego está la imagen del súper-héroe que se saca el antifaz volviendo a acabar la jornada como acto de liberación.
Texto
“Son unos tres mil lustrabotas los que diariamente salen a las calles de La Paz y la ciudad de El Alto en busca de clientes. Hay de todas las edades y en los últimos años se han convertido en un fenómeno social único en la capital boliviana. Lo que caracteriza a esta tribu urbana es el uso de los pasamontañas para no ser reconocidos por personas de su entorno. La discriminación por la que atraviesan es enfrentada con estas máscaras. En su barrio no saben que se dedican a esta tarea, en la escuela lo ocultan e incluso sus propias familias creen que tienen un oficio distinto cuando bajan desde El Alto al centro de la ciudad.
Durante tres años colaboré con los sesenta lustrabotas nucleados en la ONG “Hormigón Armado”, planificando las escenas en talleres participativos de relato gráfico, incorporando los elementos locales de la urbanidad de El Alto y realizando sesiones fotográficas donde ellos fueron los protagonistas. El resultado del proyecto es un foto-libro donde los lustrabotas son presentados desde una perspectiva renovada y el cual les brinda una herramienta de comunicación positiva que los enaltece frente a la sociedad boliviana.
Fui testigo y podría decir que existen zapatos que encandilan con solo mirarlos, esto se debe a los súper poderes de la familia de lustrabotas que habitan en La Paz, los verdaderos héroes del brillo”.
Federico Estol
Web.
https://www.federicoestol.com/shineheroes
Biografía.
Fotógrafo uruguayo nacido en Montevideo en 1981, graduado en el Centro de la Imagen y Tecnología Multimedia de la Universidad Politécnica de Cataluña – BarcelonaTech. Actualmente trabaja como director artístico del festival internacional SAN JOSÉ FOTO, coordinando el Photobook Club Montevideo y como editor en El Ministerio Ediciones. Ha participado en festivales como Noorderlicht photofestival (NL), Athens photofestival (GR), Aleppo photofestival (SR), Backlight photofestival (FIN), Festival Internazionale di Roma (IT), Paraty em Foco, Canela foto y Valongo (BR), Fotograma and San José Foto (UY), Nexofoto, Santander Photo and Emulsión Sur (ES), Addis Foto Fest (ET), Verzasca Foto (SUI), IN/OUT (RU), Fotofest Bolivia (BO), Kaunas Photo (LI) and Photonic Moments (SL). También ha realizado exposiciones en la Aperture Foundation (Nueva York), Fundación Pablo Atchugarry (Punta el Este), FOLA y Casa Florida (Buenos Aires), Espacio de Arte Contemporáneo (Montevideo), Metropolitan State University (Minneapolis), el Museo de Arte Contemporáneo MACRO y Mattatoio (Roma). Héroes del Brillo (2018) es su cuarto fotolibro publicado, que se suma a Fiestas del Uruguay (2009), Hello Montevideo (2011) y La Isla del Tesoro (2014). Ha recibido varias distinciones, fondos y becas, galardonado con el Premio Foto-libro Latinoamericano del Centro de Fotografía de Montevideo 2013, el Premio IILA Fotografía Roma 2016 y el premio internacional FELIFA al mejor foto-libro de 2018. Nominador del Programa World Press Photo Global Talent 2018.
Sobre el proyecto: