“Nuestro testimonio más visible en los mapas resulta ser la piedra; la memoria de los niños rebosa de cerros y serranías; la pintura de nuestros paisajistas anda poblada de la fosforescencia blanco azulada bajo la cual vivimos. El hombre nuestro, generalmente corpulento, parece piedra hondeada o peñón en reposo y nuestros muertos duermen como piedras lajas devueltas a sus cerros”.
Gabriela Mistral, Chile y la piedra, La Nación, 5 de Septiembre de 1943.
Piedras ¿Por qué tenemos la tendencia a recogerlas? ¿Por qué nos gusta tirarlas al agua y verlas rebotar sobre la superficie? ¿Y por qué mucha gente se los lleva a su casa como recuerdo? Parece que esta práctica tan simple nos vuelve a conectar con la tierra y con la eternidad. Es precisamente esta conexión la que buscaba Claudia den Boer cuando recogió piedras en el Sahara marroquí, en las tierras altas tibetanas, alrededor de la misteriosa Montserrat en Cataluña y en el poderoso Cáucaso georgiano. En estos lugares, la piedra y la montaña se volvieron una sola cosa para ella. La única diferencia que encontró fue de escala, no de principio.
Una vez en casa, emprendió un segundo viaje, esta vez dentro de los paisajes de sus negativos analógicos, fotografías que había hecho durante sus recorridos. Al hacer zoom sobre las imágenes que había realizado anteriormente, volvió a mirar lo que ya había visto, descubriendo relieves y paisajes desconocidos.
En estudios fotográficos, Den Boer examina la experiencia de escala, perspectiva y de espacio a través de una variedad ecléctica de imágenes de montañas, rocas y piedras. El tiempo, la luz y la distancia determinan la experiencia de algo tan masivo como una montaña, pero ¿se puede descubrir también la expresión de una montaña en un primer plano, o incluso en el contorno de una sola piedra?
Esta reflexión la llevó a crear un portafolio que poco a poco se fue transformando en el libro To pick up a stone. PUNTO DE FUGA quiso hacerle algunas preguntas para conocer sus motivaciones y conocer sus reflexiones sobre el tema del pasaje y su registro fotográfico.
Entrevista
P.D.F.: ¿Cómo empezó este proyecto?
C.D.B.: Comenzó haciendo un trabajo sobre el silencio en el paisaje desértico que luego se convirtió en mi primer libro titulado Anchors. Estaba caminando y fotografiando paisajes y recogí algunas piedras en el camino. El primer paisaje que hice fue en el Tíbet, en una parte rocosa del paisaje. Me impresionó mucho, me sentí tan tranquila estando allí, tan conectada con la naturaleza que esa experiencia me hizo querer tener una parte física del paisaje conmigo. Miré hacia abajo y elegí estas piedras de una manera muy intuitiva. En el Sahara, donde estuve más tarde hice lo mismo, también de una manera muy intuitiva. En casa dejé las piedras tiradas un rato y en algún momento se me ocurrió la idea de fotografiarlas como si fueran montañas. Y a partir de ahí el proyecto se expandió.
P.D.F.: ¿Concibe el paisaje y las rocas como una realidad contemplativa o hay interés en trabajar visual y plásticamente sobre ellos para crear misterio y poesía?
C.D.B.: Yo diría ambos. Como estaba buscando la montaña en la piedra, sentí que también necesitaba tener registros de una montaña real, tener la experiencia del paisaje en diferentes tipos de montañas, en diferentes lugares. Hay que saber que en los Países Bajos, donde vivo, ese tipo de relieve no existe. Para mí, la realidad contemplativa radica en la noción de que parece masiva y estática, pero al mismo tiempo es algo que está fuera de esa inmovilidad. Una montaña está en movimiento en muchos niveles. Esto me intrigó tanto que comencé a fotografiarlo desde diferentes perspectivas, lejanas y cercanas, haciendo secuencias con cambios de luz por ejemplo.
Pero este acercamiento se trataba también de reflexionar sobre la imagen de la montaña cuando te mueves hacia ella, o alrededor de ella, viendo cómo cambia su apariencia. Esto fue poético y misterioso que descubrí acercándome a ese paisaje. Y eso fue lo que apliqué con las piedras. Estar tan intrigado con la apariencia de las piedras y las montañas bajo diferentes condiciones, me hizo preguntarme cómo las percibimos, cuán intangible, inaprensible es realmente nuestra percepción. Así que también se trata de mirar, mirar una y otra vez algo de este mundo que es realmente antiguo y que emana una fuerza tan primordial.
P.D.F.: En nuestra cultura se hace la diferencia entre la piedra cristalina y la roca: una es más valiosa que la otra. ¿Cómo afrontas esta diferenciación: la fotografía de un paisaje rocoso es una especie de búsqueda de una piedra preciosa? ¿Es un momento poético para expresar las sutilezas de un paisaje?
C.D.B.: No, no se trata de que una cosa sea más preciosa que la otra. Tengo mis preferencias, porque recojo esta piedra y no la otra, o fotografío esta parte de la montaña en este momento y no la otra. Entonces hay una opción y una valoración estética muy particular, asociada a mi percepción de ese paisaje. Pero dentro de ese espacio de elección no hay para mí una jerarquía de que una cosa sea más valiosa o más preciada que la otra. Hay una cualidad poética en todo tipo de rasgos de un paisaje o de una roca o de una piedra, según se mire y se mire. Pero en términos generales creo que las piedras son preciosas para mí porque son parte de un todo y por su escala, puedo sostenerlo en mi mano, puedo llevarla conmigo y contemplarla. Es quizás porque puedes considerarlo como una modesta expresión del abrumador paisaje.
P.D.F.: ¿Cómo trabajaste en el diseño con The Eriskay Connection? ¿Ya sabías que incluirías imágenes en el color de las montañas y las mezclarías con imágenes de las piedras? ¿Cuál es el propósito de tal estructura editorial?
C.D.B.: Todas las imágenes están filmadas en película analógica de formato medio. También hay algunas imágenes tomadas en una película de papel washi y algunas imágenes polaroid incluidas en el libro. Así que tomé una decisión consciente al hacer el trabajo eligiendo una película en particular sobre un momento en particular con un tema en específico. Me cautivó tanto la apariencia de las montañas y las piedras que tenía curiosidad por saber qué pasaría si las fotografiara no solo en diferentes momentos, desde diferentes perspectivas y con diferentes tipos de luz, sino también con película en color o película en blanco y negro. Quise usar la película de papel washi y la polaroid también. El no tener un control completo sobre cómo saldría la imagen me emocionaba, porque agregaría otra perspectiva sobre el mismo tema. Así que básicamente estaba recolectando, experimentando sobre las imágenes de mis piedras y de una montaña específica y una cordillera específica tratando de ser y de sentir Montserrat cerca de Barcelona y el Cáucaso georgiano.
Fui al estudio de The Eriskay Connection con mi colección y hablamos sobre cómo la conexión visual entre piedras, rocas y montañas era importante para mí transmitir en el libro. A Rob van Hoesel se le ocurrió la idea de tener un libro que constara de medias páginas y páginas completas. Para reforzar la tactilidad de las imágenes, su idea fue utilizar cuatro tipos de papeles. Mientras trabajaba en el diseño, seguía recopilando imágenes. Llegué a reunir imágenes de mis imágenes, nuevamente viajando, pero ahora a través de los escaneos de mis negativos y tomando extractos de ellos. Estas imágenes también están en el libro.
P.D.F.: ¿Por qué hay diferentes escalas en tus fotografías? ¿Fue esta una investigación fotográfica voluntaria?
C.D.B.: Sí, estas escalas también forman parte de la investigación. Aunque esta es también una cuestión de perspectiva. Me fascinaba la idea de que cuando te acercas a la piedra con una cámara parece una especie de montaña. Fue la misma cuestión de perspectiva la que me llevó a recopilar imágenes de mis imágenes al tomar extractos de ellas. Era como elaborar un trabajo de experimentación visual con una fuerte carga poética. Me acerqué mucho a las piedras, tomé imágenes macro y acerqué los negativos, y también me alejé, mirando una montaña majestuosa en el extenso paisaje. Un aspecto tan curioso de caminar en un paisaje es que cuando tratas de acercarte a él, parece que nunca puedes abarcarlo todo, siempre hay un un territorio nuevo a lo lejos que aparece y se te escapa.
Texto
El caminante
«Fue alrededor de medianoche cuando Zarathoustra emprendió su camino sobre la cresta de la isla para llegar de madrugada a la otra orilla: pues en aquel lugar quería embarcarse. Había allí, en efecto, una buena rada en la cual gustaban echar el ancla incluso barcos extranjeros; éstos recogían a algunos que querían dejar las islas afortunadas y atravesar el mar. Mientras Zaratustra iba subiendo la montaña pensaba en las muchas caminatas solitarias que había realizado desde su juventud y en las muchas montañas y crestas y cimas a que había ascendido.
Yo soy un caminante y un escalador de montañas, decía a su corazón, no me gustan las llanuras, y parece que no puedo estarme sentado tranquilo largo tiempo.
Y sea cual sea mi destino, sean cuales sean las vivencias que aún haya yo de experimentar, siempre habrá en ello un caminar y un escalar montañas: en última instancia uno no tiene vivencias más que de sí mismo.”
Friedrich Nietzsche, Así habló Zaratustra, Austral, 2019
Web.
https://claudiadenboer.nl/
Biografía
Claudia den Boer es una fotógrafa neerlandesa nacida en 1979. Estudió artes visuales y fotografía en la academia de arte AKV St. Joost en Breda y obtuvo un título de maestra adicional en la academia de arte ABV en Tilburg. En 2012 comenzó a investigar el tema del silencio a través de su fotografía y, al mismo tiempo, quedó fascinada por el desierto. Su proyecto personal Anchors, se convirtió en un libro de fotos en el otoño de 2016. El libro se ha exhibido en el Photo festival Naarden, en el Athens Photo Festival, en Paris Photo y es parte de I Book Show en Brighton y en San Petersburgo. Actualmente está presentando su más reciente obra editada, To Pick Up a Stone.
A Claudia le gusta colaborar en proyectos multidisciplinares donde se aborda un tema desde varios puntos de vista. En el pasado, trabajó junto con el estudio de arquitectura Ontwerplab en el proyecto de investigación y publicación Verborgen Stad (Ciudad Escondida), donde la cartografía y la fotografía se utilizaron como herramientas de investigación. Más recientemente, comenzó a colaborar con la coreógrafa Katja Grässli en un proyecto a largo plazo que involucra la exploración del tema del silencio al hacer una pieza de danza, que es un cruce entre la danza, el lenguaje de señas y la fotografía.
Para Claudia, “el lugar como fenómeno le fascina por su omnipresencia, dice. Nos movemos por lugares en cada momento del día, es lo que vemos a nuestro alrededor, es donde nos encontramos, es la decoración, por así decirlo, en la que se desarrollan nuestras vidas”.
Claudia es profesora de fotografía en SintLucas Boxtel y Eindhoven (escuela de profesiones creativas). Su obra fotográfica hace parte de la colección de FotoFilmic / PULP Gallery en Vancouve y gran parte de su trabajo ha sido expuesto en museos como el de Breda, el museo de fotografía en La Haya y GEM La Haya.
The Eriskay Connection
https://www.eriskayconnection.com
The Eriskay Connection es un estudio holandés de diseño de libros y editor independiente. Su trabajo se centra en la narración contemporánea en la intersección de la fotografía, la investigación y la escritura. En estrecha colaboración con los autores, este estudio considera los libros como cuerpos de trabajo autónomos que nos brindan una visión nueva y necesaria del mundo que nos rodea. La clave para estos diseñadores y editoras es transmitir la esencia de su trabajo a través una publicación, un diseño y una producción de alta calidad. Las ediciones se imprimen y encuadernan principalmente en offset en los Países Bajos y en cada uno de los libros The eriskay Connection se esfuerza por trabajar con productores locales y materiales sostenibles tanto como sea posible.