Victor Galeano, Todas las hojas son del viento, Baudó AP, 2020

Canción de hojas y lejanías

Eran las hojas, las murmurantes hojas,
la frescura, el rebrillo innumerable,
Eran las verdes hojas –la célula viva,
el instante imperecedero del paisaje–
eran las verdes hojas que acercan en su murmullo,
las lejanías sonoras como cordajes,
las finas, las desnudas hojas oscilantes.
[…]

Aurelio Arturo, Poesía completa, Bilbioteca Nacional, 2018

En septiembre del 2020, Baudó Agencia Publica inauguró por primera vez el Festival Tiro & Retiro, un encuentro de libros de fotografía, con exposiciones de libros, premio a la publicación (otorgado a Rafael Cárdenas con el proyecto Los niños no están bien), talleres y charlas con curadores, fotógrafos y editoriales. El programa contó con el apoyo del Programa Nacional de Concertación Cultural, un proyecto apoyado por el Ministerio de Cultura y reunió a un público muy amplio que esperaba ver surgir en Colombia este tipo de iniciativas.

PUNTO DE FUGA quiso prolongar el diálogo con Baudó a través de una entrevista con Víctor Galeano y Laura Sofía Mejía, dos de los principales fundadores del proyecto, para conocer más a fondo el libro Todas las hojas son del viento hecho y publicado por ellos. Todas las hojas son del viento reúne retratos y testimonios de campesinos de las montañas y los bosques de la vereda Brasilar, en el Municipio de San Jacinto, Bolívar. En ese territorio los habitantes hacen una labor de restauración y de protección de los bosques secos. Víctor Galeano documenta con dedicación el ambiente del bosque, los caseríos, la vida cotidiana de los campesinos y su intento por cuidar uno de los ecosistemas más amenazados del país. El proyecto reúne registros audiovisuales, testimonios escritos, tejidos, fotografías y talleres.

Durante su estadía el fotógrafo logró participar en la vida de esos campesinos, transmitiéndoles su conocimiento sobre fotografía, ayudando con su labor documental y de edición a dar mayor visibilidad a este territorio protegido por los “guardianes del bosque”, campesinos de una gran humildad y sabiduría que conocen su territorio y nos enseñan a entender mejor la forma como se relacionan en el día a día con el entorno natural del cual dependen para sobrevivir. ¿Quiénes son estos campesinos? ¿Cómo es ese entorno de bosque seco que los rodea? ¿Y qué piensan ellos de la violencia que tanto ha aquejado esas regiones amenazadas? Son preguntas que quisimos responder mientras descubrimos el contenido del libro y todo su proceso de creación.

Entrevista

P.D.F.: Víctor, Laura, Baudó ha estado apoyando activamente la edición de libros de fotografía. Con Todas las hojas son del viento se abre un capítulo interesante. Este es un libro que se puede leer a través de la plataforma digital y reúne archivos sonoros, reportajes, fotografías y videos hechos en San Jacinto. ¿Cómo fue el encuentro con esa comunidad? ¿Porqué decidieron enfocar ese territorio y hacer el retrato de una comunidad que resiste?

V.G.: Decidimos hacer el proyecto con una comunidad que resiste en un momento álgido de devastación de selvas y bosques, sin embargo entendíamos también que se estaba hablando de lo que estaba desapareciendo, imágenes que mostraban la devastación y el daño, nosotros queríamos hacer un trabajo sobre la esperanza, sobre las posibilidades, que nos mostrara la magia y lo hermoso de aquello que esta en peligro de perderse, del trabajo incansable de quienes día a día cuidan los bosques y de alguna manera reforzar la moral de trabajos tan invisibles e importantes que quizás mucha gente pasa por alto.

La comunidad entendió esto de inmediato, vio en nuestra compañía y en el taller de fotografía que se daría la posibilidad de que muchas personas vieran lo que hacían, entendieran el valor de este territorio, eso facilitó mucho el acceso y la ayuda de la comunidad hacia Baudó AP.

L.M.: En los proyectos periodísticos que hacemos en BaudóAP, a pesar de tener la denuncia como centro, buscamos valorar y dar visibilidad a las acciones que realizan comunidades por mejorar nuestra relación con los ecosistemas, también con personas que resisten a la violencia y promueven la paz en los territorios. Todas las hojas son del viento es una cobertura que da la pauta de lo que queremos lograr como agencia, sobretodo en la fase previa y en la conexión con el lugar y con las familias que nos abrieron las puertas.

P.D.F.: ¿Cuánto tiempo estuvieron ustedes en esas comunidades y cómo se fue dando poco a poco el diálogo con ellos? ¿Desde ese entonces sabían qué formato le iban a dar a su proyecto?

V.G.:  En la comunidad estuvimos dos veces, la primera en el desarrollo del proyecto, esa vez fueron treinta días, el segundo viaje fue a la socialización del proyecto que duro tres días. Desde que se pensó el proyecto se tenia claro cada una de las fases y los formatos, una web, unas postales, un libro y tres videos de los procesos de producción y creación que quedarían como memoria y material pedagógico. A veces dependiendo de la naturaleza de los proyectos, pensar la forma ayuda a optimizar el tempo y el trabajo llegando con mayor facilidad y certeza a los resultados planeados, ahora eso es como lo dije antes, dependiendo de la naturaleza del proyecto. 

L.M.: El proyecto tuvo una producción más amplia, previo a esos treinta días, la productora estuvo en el lugar visitando las familias para vincularlas al taller de fotografía y haciendo la planeación para el trabajo de campo. De igual manera la fase posterior de edición, finalización del proyecto, impresión del libro y por supuesto el momento de volver al lugar para hacer el primer lanzamiento con ellos.

P.D.F.: El libro Todas las hojas son del viento está hecho por capítulos: están la casa, la casería, el conflicto, el agua, la preservación, la conservación. Antes de hablar de cada una de las historias que ahí se cuentan quisiera saber: ¿Porqué esos capítulos? ¿Es acaso una forma de segmentar el territorio para darnos a entender qué tan difícil es preservar el bosque seco y resistir en un territorio marcado por la historia del conflicto?

V.G.: Estando en el lugar, reconocemos las prioridades y necesidades de quienes habitan el lugar, casi siempre los fotógrafos llevamos una idea de los territorios e intentamos que esa idea sea la que se muestre, es una clara falta de lectura del lugar.

En Brasilar reconocemos que la preservación y la conservación son las prioridades medioambientales del bosque, pero también que la caza para alimentarse, la vivienda y todo lo que representa un techo en cuanto a la formación de un hogar, de una familia, y el acceso al agua son fundamentales para el desarrollo de ellos como comunidad, y que todo esto es atravesado por una historia de violencia en el territorio, era importante definir estos bloques de trabajo y lograr que el lector pudiera reconocerlo, de ahí la decisión del editor de dividir en capítulos.

P.D.F.: En el libro la narrativa es tan importante como las imágenes. Con ella se describen a la manera de diarios o de notas de autor el ambiente y la composición en fauna y flora de esos bosques. ¿Cómo describirías esas jornadas en ese territorio?

V.G.: Caminar por el bosque seco es recorrer una sinfonía de crujidos. Las hojas secas de las ceibas, los guayacanes, las palmas y los caracolís cubren los caminos y las faldas de las montañas, fertilizándolas. Caminamos por el hogar del Tití cabeciblanco, el mono aullador y la pava congona, de las babillas y un centenar de serpientes que se deslizan entre árboles gigantescos. En Colombia ha desaparecido el 92% de este ecosistema y del 8% restante sólo un 0,4% se encuentra protegido por el Estado.

El bosque seco es único por u capacidad de resistir tanto a fueres sequías como a temporadas muy húmedas y, en estas condiciones, han encontrado un hogar alrededor de 2600 especies de plantas de las cuales ochenta y tres son endémicas, doscientas treinta especies de aves de las cuales treinta y tres son endémicas y sesenta especies de mamíferos de los cuales tres de ellos son endémicos. La jornada consistía en observar el lugar, entender sus tiempos y necesidades, y de alguna manera encontrar cómo era la piel que recubría este lugar tan mágico e imponente.

P.D.F.: ¿Cuál es el contexto socio-político de esa región? ¿Qué memoria tienen estos campesinos del conflicto y cómo an vivido el fin de la guerra en la región?

V.G.: Brasilar es una vereda del municipio de San Jacinto, Bolivar donde el conflicto entre el ejército colombiano y las FARC, vivió su etapa más cruda en la región con la incursión de un numeroso ejército paramilitar en el año 2000. Casi doscientos mil desplazados abandonaron sus fincas, pero algunos se quedaron resistiendo en un territorio en donde se vivieron cincuenta y seis masacres y hubo cuatro mil asesinatos políticos, además de robos.

Las amenazas y detenciones arbitrarias del Estado, el hambre y el miedo que cercó a los habitantes de la zona en sus propias fincas dejó a muchas personas sin esperanzas. Sin embargo las familias de Brasilar contra las adversidades se quedaron, hoy ven él la preservación en el cuidado del bosque una especie de auto cuidado y sanción.

P.D.F.: Es un frágil ecosistema. ¿Qué es lo que ha generado la destrucción de este medio ambiente y cómo lo viven las comunidades con las que viviste o estuviste?  ¿Qué es lo que éste tipo de proyectos puede dar a conocer que no se oye en los medios ni en otro tipo de reportajes foto-periodísticos? ¿Tu labor es documental o cómo la definirías? ¿Cuál es la misión que tuvo la Agencia Baudó en el caso de este proyecto? 

V.G.: La crisis de deforestación de la región tiene como principal complice la ganadería extensiva, las hectáreas de busque se arrasan para ampliar las fronteras de la ganadería y agricultura, cuando el bosque es pequeño no puede dimensionarse su importancia, son simplemente arbustos, proyectos como Todas las hojas son del viento busca por un lado visibilizar el bosque, sus amenazas y visibilizar por otro lado el trabajo de los campesinos, un trabajo comprometido con el territorio, mostrar el amor de las comunidades por el territorio.

Este trabajo pone a la comunidad y al ecosistema en el mapa, y de alguna manera se valora y resalta el trabajo de las comunidades, la moral y el reconocimiento crece y así mismo se logra empoderar a toda la gente. Yo me defino como un narrador que usa como metodología de trabajo el documental, trabajo en función a ser un artista documental que utiliza como herramienta la imagen.

L.M.: La apuesta de la agencia es desarrollar proyectos a profundidad, que nos permita como equipo de trabajo, tener otro tipo de relación con las comunidades. Pero además tener otra forma de compromiso con lo que comunicamos. La misión en este proyecto era expresarles a las familias de la vereda Brasilar que valoramos su labor de protección del bosque y además que mucha más gente conozca la importancia de la relación de ellos con su ecosistema.

P.D.F.: En el libro hay una diferencia muy interesante entre los textos y las imágenes. Los textos escritos por Victor no parecen que las imágenes quisieran describir la fragilidad de ese territorio sino, por el contrario, su capacidad para regenerarse hasta cierto punto, con la ayuda de los campesinos de las veredas aledañas. Los testimonios por su parte, son el reflejo más directo de la forma como el territorio ha sido afectado por la deforestación y la guerra. ¿A qué se debe la diferencia entre el registro de las imágenes y el de los textos? ¿Cómo hicieron para trabajar con el editor en un concepto que pudiera reunir todas estas voces y estas imágenes?

V.G.: Es verdad, lo que buscábamos de las imágenes era generar la sensación de grandeza de poder que tiene el lugar, trasladar los sonidos, los colores y por qué no, los olores, entendíamos que en cifras y palabras era mas clara la destrucción, pero necesitábamos que el lector se enamorara del espacio, del agua, de la flora. Es así como contextualizamos de cifras de datos de hechos en los textos pero siempre contrastando con el poder y belleza del bosque desde las imágenes.

El trabajo con el editor fue sencillo, no porque el trabajo lo sea, sino porque Santiago tiene esa capacidad, la capacidad de entender los panoramas, las necesidades, y aun mas importante para mí, las emociones de los proyectos. Las fotos fueron tomadas con las misma necesidad narrativa que el editor uso para trabajar. Eso facilitó el trabajo

P.D.F.: Hablemos un poco de “los guardianes”, todos esos campesinos que han decidido proteger el bosque y mantener vivo el conocimiento de las plantas y los animales que lo habitan. ¿Quiénes son ellos? ¿Cómo llegaste a ellos y qué relación fuiste tejiendo con ellos? ¿De dónde les vino a estos guardianes la conciencia de la protección ambiental de su territorio?

V.G.: Entre los años 70 y 80, el Incora (Instituto Colombiano Para la Reforma Agraria) tituló alrededor de 120 mil hectáreas en 546 fincas en toda la región de los Montes de María. A los pies del cerro de Maco existe el excepcional caso de la vereda Brasilar, donde viven doce familias que desde hace cinco años decidieron proclamarse guardianes del bosque seco para su conservación y restauración.

A partir de unas primeras visitas de expertos ellos se enteraron de que se traba el lugar en el que vivían, allí deciden cambiar sus dinámicas de vida, pensando el el bosque como uno mas de ellos, cediéndole territorio al bosque y restando a la agricultura, tomaron la iniciativa de reforestar con plantas nativas lo que se había perdido y de cuidar lo que aun estaba, entendieron también la importancia del agua, para los animales, para las plantas y para ellos, y que por medio del bosque esta se conservaría.

P.D.F.: Hay una serie de rostros que aparecen en el libro. Sus testimonios están asociados a cada capítulo. Como lo dice Santiago Escobar, cada persona es responsable de su propio entorno. Si entiendo bien, con él la definición de la textura, el retrato y una forma de abstracción para el proyecto, resaltando estos aspectos tan personales en la fotografía de Víctor. ¿Qué testimonios son los que incluye este libro y porqué decidieron darle un rostro en específico a cada capítulo?

V.G.: Cada capitulo tiene un rostro, pero al final cada rostro podría moverse a otro capitulo sin ningún inconveniente pues cada uno de ellos hace parte del todo. Sin embargo la elección nace de las conversaciones con ellos, cada uno de ellos de alguna manera mencionó o tuvo o tiene experiencias con el tema en particular.

Eduardo padre fue víctima del conflicto al estar preso por un falso testimonio, cualquiera de ellos vivió el conflicto pero esta historia en particular contada espontáneamente en una tarde marca la pauta para que su astro aparezca en el capitulo del conflicto. Reina encabeza el capitulo de la casa, y es un su casa donde nos hospedamos y de allí la posibilidad de comprender el valor cultural y familiar del hogar, Eduardo segundo un cazador ágil abre el capitulo de la cacería, Marivel, esta en el agua, en la restauración esta el retrato de Jose Luis Coquero, un entusiasta por hacer crecer el bosque y Hernán, un hombre a quien una Mapana le perdonó la vida dejándolo solo sin la movilidad de un brazo, es testigo de lo salvaje que es el bosque virgen.

P.D.F.: Para Santiago Escobar, trabajar en ese libro era también una forma de conceptualizar el bosque seco, reconstruir la atmósfera: representar el chamizo, las hojas, el viento y asociarlo al papel del libro, al movimiento de la secuencia. ¿Qué papel tuvo ahí Santiago Escobar en la definición del concepto del libro: en la estructura, en la secuencia, en la selección de imágenes y en la configuración de todo el ambiente? ¿En qué momento podemos decir que se trata de un libro? ¿No sería más interesante hablar de una narrativa documental en formato digital, de un reportaje o de un documental para la web?

V.G.: Hablábamos de libro desde el momento en que se piensa el proyecto, también es una web, también es micro-documental, también es un taller de fotografía para comunidad, también es una caja de postales realizadas por campesinos, es periodismo de soluciones, al final es un transmedia.

Pensamos siempre la posibilidad de combinar formatos, de ampliar los panoramas tato de audiencia como de narración, este proyecto debía responderle tanto a los eruditos de la fotografía como a la gente en general que no hablan el lenguaje de la imagen, como a las necesidades de la comunidad, de esto ultimo la necesidad del impreso, debíamos retornar a la comunidad el trabajo y .com no es la mejor opción y mas en lugares donde no hay tecnología, en este tipo de contextos te das cuenta que el objeto toma un valor preciado para quien tiene la posibilidad de guardarlo en el rincón de cosas valiosas.

Santiago entendió esto y desde la edición se busco que fuera fácil de leer, simple pero hermoso y poderoso como el bosque, el editor pensó el objeto, nosotros desde la concepción pensamos en el resultado, color, textura, etc. Él tomó esto y lo convirtió en un libro. En conclusión tuvo un papel más que importante en la materialización del objeto, ya en la edición, muchas imágenes desde su concepción respondían a la necesidad comunicativa, esto permitió que las secuencia fuera mas fácil para el editor, al final las decisiones editoriales respondían a las necesidades desde las que se hicieron las fotos. Eso fue algo muy positivo, para mí como fotógrafo, poder tener el material necesario de trabajo resuelto de manera coherente al proyecto.

P.D.F.: En la presentación del libro mencionan también la noción del archivo: el paso del tiempo sobre los campesinos y sus imágenes. ¿De qué tratan esos archivos y cómo los integraron al proyecto?

V.G.: un elemento narrativo del que partíamos era la posibilidad de ver el territorio antes, y poder contrastarlo con la actualidad, para esto el uso del archivo era algo clave, se recopilo la mayor cantidad de fotos posibles de las familias y se scanéaron, con ellas pudimos ver como el tiempo las afectaba, la humedad, los hongos, estas imágenes no eran perdurables al tiempo y por si solas estaban recubiertas de textura lo que nos llevo a hacernos la pregunta, ¿cuál es la textura que recubre el territorio? Al campesino? Y a partir de ahí resolver la pregunta y unificar el proyecto con esta textura y color.

El libro se hizo en papel elaborado de bagazo de caña, el objeto tenia que ser consecuente con el proyecto y no se uso papel de madera, esto a su vez le dio ese color terroso que suelen tener las libretas, ese color que tiene mi libreta, el gramaje del papel se eligió pensando es que al pasar las hojas no hicieran resistencia, una metáfora de hojas en el viento, y así mismo, que al pasarlas crujieran como crujen las hojas secas en el bosque al ser pisadas.

P.D.F.: Parece que han hecho un trabajo muy importante en la elaboración del libro para darle un sentido a cada uno de sus componentes: diseño, secuencia, uso de papel y demás. Al parecer el papel tiene una tonalidad y un tacto que permite revestir la piel del territorio y responder a la idea del bosque seco. ¿Qué tipo de papel es éste y porqué fue importante integrar la parte de la manufactura a esta reflexión sobre los bosques y su preservación?

V.G.: El libro se hizo en papel elaborado de bagazo de caña, el objeto tenia que ser consecuente con el proyecto y no se uso papel de madera, esto a su vez le dio ese color terroso que suelen tener las libretas, ese color que tiene mi libreta, el gramaje del papel se eligió pensando es que al pasar las hojas no hicieran resistencia, una metáfora de hojas en el viento, y así mismo, que al pasarlas crujieran como crujen las hojas secas en el bosque al ser pisadas.

P.D.F.: He visto que distribuyeron entre los campesinos una serie de postales, parecían haber sido editados e impresos como si fueran documentos fáciles de guardar. ¿Era ésta una manera de permitirle a los campesinos identificarse con los testimonios y las imágenes y guardar algo en el proceso? ¿Qué pasó con el libro, fue distribuido entre ellos o hacia qué público estaba dirigido?

V.G.: Estas postales son el resultado del taller que se les dio a los campesinos, les enseñamos a usar la cámara fotográfica y posterior los campesinos hicieron un trabajo de preservación desde la imagen, cada uno de ellos retrato las cosas que eran importantes para el y para mostrarle al mundo, allí surgieron imágenes de burros, plantas medicinales, alimentos, paisajes viviendas, todas realizadas por los campesinos, estas postales son de las que hablas, es el trabajo que ellos hicieron. Cada una de ellas tiene un video en la web donde en voz de ellos cuentan por que hicieron esa foto, también están en Instagram, con nombre @thsvbaudo allí pueden ver mas fotos de el proyecto y si entran a los perfiles etiquetados en los retratos podrán ver el trabajo de los campesinos.

El libro se les llevo de regreso con ejemplares de mas para que cada uno regalara a quien considerara debía conocer el lugar. Por eso, la importancia del objeto como lo mencioné anteriormente.

L.M.: Cuando volvimos a la comunidad para hacer el primer lanzamiento fue un momento crucial del proyecto. Les mostramos toda la parte digital y les entregamos varios libros y postales a cada familia. Lo importante fue recibir los comentarios de ellos y entender que el proceso fue un intercambio de conocimiento entre ellos y nosotros. Que también fue un espacio para reconocer los conocimientos sobre las plantas entre las familias y que reconocían en el proyecto una posibilidad para que otras personas se enteraran de lo que ellos hacen por el bosque. El taller que tuvo como resultado las postales y los video-postales permitió ese encuentro y creo que es una de las cosas más valiosas que pudimos hacer. Uno de los propósitos de Baudó es poder realizar más procesos de comunicación para el desarrollo vinculados a las coberturas periodísticas.

P.D.F.: Para terminar me gustaría reproducir aquí el testimonio de cada uno de los campesinos que ustedes incluyeron en el libro asociándolos a dos o tres imágenes de su archivo personal, si es posible.

Reina / La casa

Dijo que mató una serpiente con una chancleta, yo le creo. Al recibirnos, se presentó diciendo: “mucho gusto, Reina, la reina de la casa”. Ese fue el nombre que le puso su padre y él sabía porqué.

3:30 de la mañana: Reina revolotea de lado a lado, cocina y barre un piso de tierra pisada. Es madre de 7 hijas y un varón, me cuenta que ninguna de sus hijas va a sufrir por amor ni pasará trabajos pues fue ella quien las crió. Llegó de Ovejas, Sucre, de la mano de Eduardo, su esposo, con la promesa de una tierra propia. Hoy, 30 años después, cortan palma de su tierra y ponen uno a uno los amarres de su techo.

“Una casa grande para una familia grande —dice Eduardo— me gusta verlos a todos haciendo bulla y peleando”. No tiene puertas ni ventanas, pero todos saben cuál es la entrada, hasta los patos, que al caer el sol, uno a uno van buscando techo, pues en el día las temperaturas son altas y los vientos son los únicos que dan un poco de sosiego.

Eduardito / La caza

A Eduardito le preocupan las fotos, no quiere ser juzgado mientras sostiene un guatín recién cazado en su mano derecha. Lo cierto es que la cacería es una de las principales fuentes de proteína en el lugar. Eduardito nos mostró el árbol donde se sienta a esperar el paso del animal, algo parecido a los palos donde se trepan las gallinas. Espera horas y horas hasta que el ñeque o la pava, o el desafortunado animal comestible pase por el lugar.  Ese talento lo ha convertido en la mano derecha de los biólogos visitantes que buscan un guía para rastrear a la especie que estén investigando.

Reina, su madre, un día le dijo a Eduardo (padre) que fuera a traer un conejo. “Pero son las once de la noche”, le respondió el esposo. “No importa, no sé qué vas a hacer pero no hay con que acompañar la yuca de mañana, así que ve y trae un conejo”.

Eduardo salió y después de unas horas regresó. “Mujer, ahí está tu conejo, ahora ve y arréglalo de una vez”. “Pero si son las dos de la mañana”, contestó Reina. “Tu querías un conejo a media noche, así que arregla tu conejo”.

Eduardo / Conflicto

Una jaula cuelga sin ocupante en su casa. Tener canarios enjaulados para que canten es una tradición en la región, pero la jaula vacía en su casa cuelga con un interrogante. Un día nos contó que había ido preso por una falsa acusación de un informante, un hombre al que no le gustaban sus métodos. “¿Usted cree que un guerrillero puede tener las manos como yo las tengo, llenas de cayos?”. Lo llevaron a la cárcel de Cartagena y allí lo detuvieron durante seis meses, hasta que salió libre e inocente.

Su caso no es el único, en el municipio le pasó a mucha gente. “Los reinsertados señalaban a campesinos y a líderes para acogerse a beneficios. Por eso, no me gusta tener pájaros en jaulas, me hace recordar esos días en la cárcel”.

En Brasilar recibían amenazas constantes, a pesar de que la vereda está bajo las narices de la base militar de Cerro de Maco. Eso los protegió en un comienzo del conflicto, pero tarde que temprano, con la complicación del conflicto, solo empeoró la situación. Eduardo nos contaba que un día asesinaron y picaron a tres conductores. A partir de ahí todo se complicó, no podían ingresar víveres hasta las casas, obligando a las familias a vivir en el pueblo, dejando las fincas a la merced del bosque.

La escuela es el reflejo actual de una ruptura en el relevo generacional. Las paredes pintadas con dibujos infantiles solo se ocupan para reuniones comunales de la gente mayor. Los hijos hicieron sus vidas en el pueblo y a la vez los nietos y bisnietos. 

Marisol / El agua

“Uno cree que cuando llueve es agua nueva, mentiras, desde que Dios hizo el mundo es la misma agua, las nubes cargan en los manantiales, suben y descargan”.

Nueve patos se bañan en el Edén, un pozo que deja el arroyo cuando el agua merma por falta de lluvia. Como este, hay un centenar cuenca abajo; las fuertes lluvias avisan desde la parte alta de la montaña que vienen bajando y en el aire se siente la felicidad por ver al otro día el arroyo correr.

En la vereda hasta hace poco el agua llegaba a las casas. Lulo, como conocen a José de la Hoz, un día dijo: “El agua puede bajar por manguera, denme permiso de intentarlo”. Desde ese día la vida de la vereda cambió: el burro que cargaba timbos de agua ya no es tan común. Un día reconocieron que si no habían arboles no habría más agua. A partir de ahí, se incrementó no solo la labor por la conservación, si no también la restauración.

José Luis / La restauración

Este bosque es la vida, el bosque brinda las formas de trabajar, construir la vivienda, la leña, el pancoger y además el oxígeno; la brisa juguetea con las hojas, ahora todas las hojas son del viento. “Desde que caímos aquí le hemos puesto cariño a este pedazo de tierra —dice José, muy entusiasmado— no lo cambiamos por nada, esta tierra es para conservación y restauración, para que todas las especies vivan”.

En los patios de las casas es común ver un pequeño vivero, especies como guayacanes, ceibas, aguacates o caracolís que de vez en cuando se mezclan con una que otra mata de jardín y son reproducidos para expandir los limites del bosque.

Ellos, los guardianes del bosque seco, por voluntad propia han cedido parte de sus tierras para ampliarlos, con entusiasmo lo comentan y lo muestran. José Luis es uno de ellos, no se cansa de decirlo con orgullo, casi como el canto de un ave al que llaman tumba yeguas.

Hernán / La conservación

La mordedura de una serpiente mapaná le quitó la movilidad de su mano derecha. No perdió la vida gracias a que es un hombre tranquilo, conservo la calma y le perdonó la vida a la serpiente.

Hernán tiene una especie de acuerdo con el bosque, que en su mayoría es una selva virgen por donde corren cientos de víboras y no es extraño que pasen al menos una vez al día sobre sus botas.

La noche es salvaje, los sapos compiten con los aulladores y hacen la banda sonora del lugar. En Brasilar Hernán conoció a Carmen Julia, dice que contó con la complicidad de la naturaleza y la hermosura de las quebradas. Los bosques fueron sus aliados para conquistarla y por ahí, de vez en cuando, se escapaban a los arroyos.

Caminar en el bosque virgen es sostener una conversación con el sonido de las hojas secas. El cielo se parte en trozos dando paso a una tormenta, devolviéndole la vida al arroyo que riega los imponentes árboles, quienes con su gran sombra protegen a cientos de especies, como ese zorro guache que nos miró de frente. Vivimos la tensión por unos segundos. La luz lateral atravesaba los árboles y rebotaba en el colchón de hojas secas, el animal decidió devolverse rápido al vernos en su ruta. Fue un encuentro mágico y fugaz.

P.D.F.: ¿Cómo ha recibido la gente este libro en general?

V.G.: Hay un valor común que escucho cada que lo muestro o alguien lo ve, y es inspirador, entonces podría decir que la gente lo ha recibido de la manera para la que fue hecho. La labor de los guardianes queda resaltada y quien ve el proyecto se sensibiliza con el trabajo de la comunidad.

P.D.F.: Y para terminar ¿cuál sería en breves palabras su panorama de la edición de libros de fotografía en Colombia? ¿Hay dos o tres que quisieran recomendar?

V.G.: Veo un panorama tardío pero necesario, en otros países hay producción de fotolibros desde hace mas de 20 años eso nos pone lejos en trayectoria, sin embargo viene una creciente necesidad por emprender y aprender de ellos en el país. Es cierto que el comercio no es el mas movido pero también ira creciendo en la medida que aumente la educación y la producción de ellos, esa es la tarea, el fotolibro es una herramienta narrativa que nos permite hacer diálogos mas complejos y estructurados y hace justicia a proyectos largos con una inversión de trabajo y tiempo que no se pueden poner en una serie web.

En Colombia hay muchos libros que a mi juicio son geniales, hay autores que se han esforzado por la auto producción como Carlos Pineda que va en su quinto o sexto libro y que vale la pena ver, pero quiero recomendar dos, uno es Dulce y Salada de Jorge Panchoaga, es una clase maestra de investigación visual y documental y Patria o muerte de Santiago Escobar-Jaramillo este es otra clase mas de como articular imágenes en función a un tema.

¡Gracias!

Libro

Postales:

1. Hernán
2. Jose Luis Hijo
3. Eduardo Segundo
4. Argemiro
5. Eduardo
6. Erleidy
7. Jose Luis
8. Marisol
9. Pedro
10. De la Hoz

Biografías:

Victor Galeano

Fotógrafo y Artista Visual nacido el 29 enero 1988. Es cofundador y director del medio de periodismo de investigación a profundidad Baudó Agencia Pública trabaja desde la imagen como herramienta de comunicación personal y colectiva o nuevas narrativas visuales. Es colaborador en medios como Lensculture, Revista El malpensante, Revista SOHO, Revista Semana, Especiales regionales Semana, Revista Avianca, Vice Colombia, Diagonal España, SDN.net USA, Fusión USA, Univisión USA, entre otros. Su trabajo ha sido reseñado en portales internacionales de fotografía especializada como LensCulture, nombrado por el Photographic Museum of Humanity como el fotógrafo del día recomendado.

Ha recibido numerosos premios y reconocimientos por su trabajo. Obtuvo el premio dejusticia 2016, fue finalista premio Gabriel Garcia Marquez en imagen 2016, fue ganador del Premio Circulo de Periodistas de Bogota 2016 – CRESPIAL patrimonio cultural inmaterial latinoamericano (PCI) en 2012 y finalista en el XI Festival internacional de Cine de los Pueblos Indígenas en la categoría fotografía en 2013. Finalmente el reconocimiento internacional a su obra llegó con el premio SOS racismo Madrid España 2013.

Laura Sofía Mejía

Comunicadora social – periodista de la Universidad Católica de Pereira. Con nueve años de experiencia en la gestión y coordinación de proyectos. Cofundadora y directora de Baudó Agencia Pública, dedicada a gestionar y dirigir proyectos de cobertura periodística sobre medio ambiente; memoria, paz y conflicto; género e inclusión en Colombia. Becaria de IWMF 2019 – 2020.

Baudó, AP
https://baudoap.com/

Baudó AP, es una agencia independiente que gestiona y desarrolla proyectos innovadores de cobertura periodística relacionados con medio ambiente; memoria, paz y conflicto; género e inclusión, Ofrecemos espacios de formación que cualifican las producciones nacionales desde las narrativas visuales, escritas y sonoras.

Con la producción de reportajes visuales, la agencia aporta a la comprensión del mundo, desde una investigación comprometida y una comunicación innovadora, para una sociedad más justa. Le apunta a los temas que los espacios tradicionales no abordan, sin guiarse por intereses económicos o agendas mediáticas. La agencia funciona con un modelo de periodismo sin fines de lucro que le permite mantener la independencia en nuestros contenidos. Víctor Galeano et director de coberturas periodísticas y Laura Sofía Mejía la directora general del proyecto.

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